Remembranza de un gentil

De niño por obligación,
oraciones y alabanzas aprendí,
y las historias de la Biblia conocí,
¿y de algo me sirvió?, nada aprendí.

Ante un sacerdote, mi pecado confesé,
más lo más grave oculté,
dijo que con 10 padres nuestros,
mi alma salvaré,
¿y de algo me sirvió?, nada aprendí.


Por la maldad de los humanos,
de ellos me separé,
e incluso por como son ellos,
como un simple invento a Dios consideré,
y nada más de Él quise saber,
¿y de algo me sirvió?, nada aprendí.

A la oscuridad yo abracé,
y aun así el mal de los humanos rechacé,
mi conciencia me guió,
porque sin saberlo,
ella estaba a favor de Dios,
sin embargo en medio de la oscuridad,
vi que el humano adora la maldad,
¿y de algo me sirvió?, nada aprendí.

En eternas reflexiones me absorbí,
y conceptos muy altos entendí,
la mente humana fue abierta ante mí,
y la naturaleza humana entendí,
¿y de algo me sirvió?, nada aprendí.


Mis dos personas más amadas,
en menos de un año yo perdí,
en la soledad me envolví,
y en profunda fosa yo caí,
a ningún otro humano quise amar,
¿y de algo me sirvió?, nada aprendí.

En medio de mi quebranto,
la bondad de Dios se manifestó,
porque Su palabra,
sin saberlo la traía yo,
al Salmo 23:4 me guió,
y ante su promesa en llanto yo rompí,
¿y de algo me sirvió?, ahí todo entendí.

La vida que viví era vanidad,
pues en pecado yo existía,
ya que en ella no gobernaba Dios,
la vida se vive en pecado,
cuando no se vive por fe,
la vida sirve de nada,
sino no tiene temor de Dios.
              -Salmo 91:14-16